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Adolfina Mejia
enero 19, 2023
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Por Emiliano Reyes Espejo ere.prensa@gmail.com
La gente está "curada del terror". Nada sorprendente Los hechos más trascendentes se vuelven rutinarios. La cadena de muertes se había extendido y cada momento estos trágicos hechos son difundidos por las noticias, como premios que consumieron éxitos informativos, sin importar que fueran expresiones lamentables de realidades sociales que laceraban la vida cotidiana de los ciudadanos.
Tras el glorioso estallido de abril de 1965, bautizado por el pueblo como “Guerra Patriótica”, el valor de la vida quedó reducido a casi nada, según el posicionamiento ideológico, la férrea militancia de izquierda o el simple deseo de manifestar su repudio al estatus. quo qué
Pero el tiempo se ha encargado de poner todo en su sitio. Los hechos ocurridos en aquella fatídica ocasión no quedaron registrados por casualidad. Las omnipotentes potencias nacionales y extranjeras aplicaron entonces una política de "enchapado" que permitió que estas malas égidas eliminaran, uno a uno, a todos los indivisos que veían como parte de esa pléyade de jóvenes que le apostaban a la revolución.
Estamos atravesando los tiempos de la "guerra fría" que libran las más poderosas potencias mundiales: Estados Unidos, Rusia, China, Europa y "cada uno de sus satélites". Y esas naciones, en el marco de sus enfrentamientos político-ideológicos, decidieron el rumbo de la historia de países pobres como el nuestro.
A estos macro hechos y más complejos para la sociedad, se sumaron otros que fueron producto del desamparo social que fueron las causas de otras muertes; las que los profesionales de la psicología y la psiquiatría atribuyen a factores humanos, mientras que los sociólogos ven sus raíces en situaciones psicosociales, socioeconómicas, educativas, entre otras.
Hablamos de celos, diatribas, riñas entre vecinos, disputas amorosas, parejas infieles, problemas de tierras, estafas o engaños, robos, envidias, egoísmos, suicidios y accidentes de tráfico, entre otras fuentes.
Los periodistas que debían escribir aquellas vicisitudes, debían ser testigos permanentes -a veces in situ- de cosas cotidianas que se manipulaban en las redacciones y periódicos. Manejamos todo tipo de información, hicimos retratos de la cruda realidad social de "muertos y miedosos" que se vivía en ese momento.
Las disímiles versiones de los hechos llegaron a las redacciones, donde fueron organizadas profesionalmente por magos de la palabra y la sintaxis que las convirtieron en hechos noticiosos. Estos son contagiados a los ciudadanos que vivían atentos porque en su psiquis sólo querían sentirse informados para distraerse de la realidad que les rodea. Los ciudadanos recibieron, no solo las crónicas sobre tristes y lamentables tragedias, sino también las contingencias generadas por los políticos y la marcha de la economía, el comercio, la industria, el transporte, la agricultura, etc.
Nos remontamos a finales de los años ochenta cuando, en un contexto de relativa calma social, un hecho que sacudió a la sociedad llegó a las salas de redacción y las emisoras. Un tal "Trichocéfalo" había llevado a cabo una triple matanza. Los diarios y noticieros de la época comentaban: "Trichocephalus mata a tres mujeres de una misma familia".
Los periodistas lidiamos a diario con casos de crímenes, a veces insólitos, pero esta vez la muerte de tres mujeres juntas y en esas circunstancias, nos conmocionó a todos.
Después de cometer el hecho Trichocephalus desapareció "de la faz de la tierra". La Policía informó que había desplegado un operativo de búsqueda del asesino. Pasaron las horas y no se supo nada del paradero de una persona que según las propias autoridades estaba "fuertemente armada" y era "un elemento de alta peligrosidad".
Los ciudadanos vivían inquietos. La gente sintió miedo al saber que este asesino andaba suelto en la oscuridad de la noche y sin saber cuáles serían sus próximas intenciones, qué pretendía hacer o si tenía entre sus planes unirse a otras víctimas.
Los periodistas que cubrieron la fuente de noticias de la Policía indagaron con el enlace público de la institución, el coronel José Rijo (poeta, escritor y uno de los policías más cultos de la época) para saber si las autoridades tenían alguna pista sobre su paradero del peligroso criminal.
No se sabía nada, Trichocephalus -al parecer- había sido tragado por la tierra.
Un día, a medida que avanzaba la mañana, se registró una llamada en medio del ajetreo de los preparativos para la emisión del noticiero del mediodía de Radio Mil Informando de la entonces prestigiosa emisora Radio Mil. Fue la llamada inesperada de alguien que dijo que su nombre era Trichocephalus.
- ¿Cómo dices tu nombre? - preguntó el periodista a su interlocutor. -"Soy yo, soy Trichocephalus, el asesino de mujeres", respondió.
En medio de ese ambiente tenso, marcado por el escepticismo, el director del noticiero, don Víctor Melo Báez, tomó el teléfono y comenzó a hablar con esta persona. Se identificó como tal y dijo que se entregaría a la Policía, pero sólo a través del periodista Simón Díaz.
Díaz tapó la fuente policial y conoció los pormenores de la institución del orden como nadie. Había sido miembro de esa organización, lo que, quizás, sumó a su invaluable experiencia periodística, sus dotes humanas y su particular sentido del humor. Se había convertido en el reportero más popular de la redacción de Radio Mil, también por la versatilidad y profesionalismo que impregnaba sus reportajes policiales y de otro tipo. Tal fue su identificación con los internos del ente policial, que terminó siendo el relacionista público de la Policía, institución en la que alcanzó el grado de General de Brigada.
Nuestro director, Don Melo Báez, puso a Simón en conversación con la persona que aseguró vía telefónica que era Tricocéfalo. Tras identificarse, reveló dónde se escondía y que se entregaría, pero con la única condición de que se garantizara su vida, además de que fuera este reportero quien lo llevara a las autoridades policiales.
Se realizó una rigurosa coordinación con el Enlace Policial, Coronel Rijo, para que se pudiera entregar al "peligroso delincuente". Rijo encabezó personalmente el equipo policial que se desplazó hasta el lugar donde se escondía Trichocephalus. El "asesino de mujeres" -como comenzaron a llamarlo algunos reportajes- permanecía escondido en un cuarto, en el segundo o tercer nivel de un conocido hotel, ubicado cerca del cementerio en la avenida Máximo Gómez, en el popular sector de villajuana
Como era de esperar, la Policía montó un gran “aparataje” que se desplazó por la avenida Máximo Gómez y se presentó de manera ruidosa en el lugar. Simón acompañó al coronel Rijo en uno de los patrulleros. Como buen OD (Front Observer) se me asignó la tarea de informar desde la escena. (Nota: Los OD, en el lenguaje de la guerra, son los soldados que avanzan frente a las tropas para ubicar la posición del enemigo. Son estos los que reciben el primer disparo. En la Guerra de Vietnam, por ejemplo, los negros en Estados Unidos llegaron a quejarse de que eran utilizados como OD con más frecuencia que otros miembros de las patrullas).
Pero resulta que en estos casos los reporteros no escatiman en peligro. La adrenalina del momento era tal que a uno le daba igual si era OD o no, si se trataba de sacar una primicia. Radio Mil Informando se caracterizó por eso, por reportar primicias, y en este caso se llevaría el crédito frente a los demás noticieros de la competencia: “dar la primera” sobre esta noticia tan importante para la sociedad, la captura de Trichocephalus. En aquella época de ejercicio profesional, las primicias daban mérito a los periodistas, reporteros y diarios, por ello, cada reportero salía a la calle con la ilusión de “dar un palo de noticia” o “sacar una primicia” (que no es más que sacar la exclusividad de información, que no tenían los otros medios de competencia).
Cuando subíamos las escaleras hacia la habitación donde se suponía que estaba Trichocephalus (con el Coronel Rijo y Simón Díaz al frente) los policías avanzaron con sus “armas manipuladas” (por si acaso). Los agentes portaban pistolas, revólveres, fusiles y metralletas. Se trataba de la captura de un hombre que no "apretó el pecho" para matar a tres mujeres y eso puso nerviosos a los policías.
Subía las escaleras en la cola de la patrulla uniformada que subía sigilosamente, “medio broncos”. - "Periodista, quédese atrás, quédese atrás... esto no es un juego, ese hombre está bien armado..." - advirtieron los agentes. Y agregaron: -"Aquí se le puede disparar a cualquiera..."- En ese momento se escuchó un fuerte "portazo" en una de las habitaciones, lo que nos hizo pensar que se trataba de Trichocephalus. Los agentes se apresuraron a bajar las escaleras, lo habían interpretado como un intento de ataque por parte del criminal buscado.
Como dije, fui el último en la fila, pero terminé siendo el primero. Ocurrió que la policía, incluido el coronel Rijo, me pasó a toda velocidad. Obviamente, tenían sus armas en sus manos. Aclarado el malentendido, la patrulla volvió a subir lenta, cuidadosa, expectante, hasta llegar al cuarto donde estaba Trichocephalus.
-"No disparen, no disparen, no estoy armado", "no me maten, no me maten...", gritaba este asesino. La paradoja fue que este hombre que había demostrado un gran coraje al matar a tres mujeres indefensas, ahora enfrentado a esta realidad de su propia muerte, clamaba por su vida.
Estaba de pie, descalzo y sin camisa, parado sobre el colchón de la cama con sus manos en alto, suplicaba por favor que no lo maten. Los agentes se abalanzaron sobre éste y lo esposaron. Bajaron con él por las escaleras y lo montaron en uno de los vehículos policiales.
Parecía de película, la unidad móvil de Radio Mil le siguió atrás a toda velocidad. Arrancaron hacia el Palacio de la Policía sonando “a todo dar” las sirenas de sus autos. No había lugar a dudas, estaban frente a un logro policial. Horas después la Policía ofreció una rueda de prensa donde detalló los pormenores del exitoso “operativo de captura de Tricocéfalo”, el asesino más buscado en esos momentos.
Pasó el tiempo y Simón Díaz, de ser reportero optó por reintegrarse de nuevo a la Policía, fue designado relacionador público de esta, a veces prestigiosa y otras veces muy cuestionada institución.
Algunos colegas me contaban que ya siendo relacionador público, el colega Simón Díaz se entretenía relatando esta historia a los periodistas, quienes disfrutaban al máximo la forma jocosa como él la contaba. Entre risas y "cherchas", él decía que Tricocéfalo al momento de ser apresado, gritaba a los policías:
-“No fui yo que las maté, no fui yo, fue ese periodista…fue ese periodista”, mientras me apuntaba a mí que estaba en la escena cubriendo como reportero de Radio Mil Informando.
El autor es periodista.
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