Por: Emiliano Reyes Espejo
Avanzaba el año 1973 y en medio de fuertes discusiones y planteamientos radicales que presagiaban lo peor, se impuso en la sala una sola consigna. No sé si fue el Gordo Oviedo, Ismael Paniagua, Olga Luciano o Fidel Soto, quien o quienes llamaron al orden, pero sí sé que el mismo surtió su efecto salvador de la asamblea:
-¡Disciplina, revolucionaria! ¡Disciplina, revolucionaria…!
-“Silencio, camaradas, silencio, va a hablar el Comandante Enriquillo…
Un mutismo total reinó en el paraninfo de Medicina de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). En aquel vetusto lugar se llevó a cabo la asamblea para elegir el candidato de Fragua-UNER para la presidencia de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED).
Una tensa calma colmó el espacio. Horas antes era un mar de contradicciones que surgieron a borbotones y amenazaban con romper aquella férrea unidad de acero que exhibía la entonces poderosa organización Fragua-UNER, brazo de lucha estudiantil antiimperialista de la Línea Roja del 14 de Junio.
La expectativa momentánea arropó a la mayoría de los presentes. Querían saber quién era “El Comandante Enriquillo”.
-¡Línea Roja, 14 de Junio! ¡Línea Roja, 14 de Junio…! se escuchó al unísono entre los alborozados estudiantes.
La UASD vivía momentos de efervescencia debido a los preparativos de las elecciones estudiantiles. Un ambiente abiertamente democrático reinaba en el campus ¿democrático, dije? Increíble verdad, pero sí, democrático, porque a diferencia del sistema electoral oficial que era manipulado por una Junta Central Electoral (JCE) bajo control de poderes títeres del régimen del presidente Joaquín Balaguer, en la universidad estatal se debatían abiertamente y sin tapujos todos los temas de interés nacional e internacional.
Los estudiantes daban cátedras de elecciones abiertas, competitivas y democráticas. Los grupos estudiantiles que representaban partidos de izquierda se disputaban la dirección del movimiento estudiantil en el cogobierno de la academia de altos estudios.
La inmensa masa estudiantil vivía en medio de la algarabía generada por estas elecciones. Las facultades y otras áreas de la universidad estatal eran atiborradas de propaganda de los grupos estudiantiles que procedían a elegir sus candidatos para obtener la presidencia de la FED.
En la UASD primaban los grupos estudiantiles Fragua en proceso de transformación en UNER, de la Línea Roja; Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD) del PRD; Frente Estudiantil Flavio Suero (Feflas) del Movimiento Popular Dominicano (MPD); Vanguardia Estudiantil Dominicana (VED) del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en pleno crecimiento político tras su separación del PRD; Bloque Revolucionario Universitario Camilo Torres (BRUC) y otras organizaciones integradas por los militantes del Partido Comunista Dominicano (PCD) pro-soviético, revisionistas, como les decían los seguidores del pensamiento de Mao Tse Tung del Partido Comunista de la República Dominicana (Pacoredo), quienes tenían su propio gremio estudiantil, la Juventud Comunista (JC).
Aunque en minoría, los trotskistas del Partido Socialista Popular (PSP) también tenían su facción estudiantil.
Las campañas de los grupos estudiantiles se cimentaba en la promoción de contenidos y propuestas académicas, como mejorar los pensums, más becas estudiantiles, etc. Otras, empero, promovía la lucha revolucionaria antiimperialista y la exaltación de las grandes figuras de la izquierda: Carlos Marx, Vladimir Ilich Uliánov (Lenin), Mao Tse Tung, Enver Hoxa, Ho Chi Min, Che Guevara, Fidel Castro, Padre Camilo Torres y otros.
Los creativos carteles, pancartas, afiches, cruzacalle, panfletos y otros medios de expresión y propaganda de los grupos estudiantiles predominan por doquier en el campus universitario. Estaban dirigidos, no solo a convencer a los estudiantes sobre las mejores representaciones a la FED y en las facultades, sino también a orientar (la derecha diría “a adoctrinar”) contra las políticas pro Estados Unidos que se aplicaban en el país a través del gobierno de turno, del presidente Balaguer.
Una buena parte de los estudiantes se sumó a las movilizaciones proselitistas de los grupos estudiantiles. Otros, sin embargo, se sumergieron en sus estudios académicos, ya que vivían el sueño de ser profesionales, obtener un buen trabajo y así poder ayudar a sus familiares, y ponerse al servicio de la sociedad.
Los estudiantes se desplazaban de una facultad a otra en el día a día de la academia. En el trajín y la efervescencia juvenil, los líderes, dirigentes y seguidores de los grupos desataron interminables discusiones en los pasillos de las facultades. Los debates ideológicos eran “el pan nuestro de cada día”.
Se trataba de “verdaderas cátedras dotadas de profundidades filosóficas, ideológicas y de orientación geopolíticas” las que se registraban en los pasillos de las facultades, especialmente en Humanidades. –“Allí, en la facultad de Humanidades, pululan, se pasea una buena parte de los teóricos de la izquierda”, se destacó entonces.
Siempre recuerdo a Francisco, un compañero estudiante de Comunicación Social que solía salir en defensa de Fragua-UNER en los pasillos y parte frontal de la facultad de Humanidades, pero que los dirigentes de esta agrupación les llamaban a la atención, en razón de que era tan mala la defensa que optaban por decirles:
– “Francisco, no nos defienda; no nos defienda, camarada…”.
En el fragor de aquella vida de ensueño universitario se debatían las políticas y posiciones de las izquierdas, no solo de las del país, sino, además, de América y del mundo. Se discutían las posturas de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), de la República Popular de China (RPCH), Estados Unidos, Asia y Europa en aquel maremágnum de la guerra fría.
También, se conocían las líneas políticas, estratégicas e ideológicas que primaban en los movimientos de izquierda en América Latina, el Caribe y a nivel mundial.
Había que tener muy buena preparación ideológica para participar en estos debates. En los mismos intervenían no sólo estudiantes, sino también académicos de mucha valía y conspicuos profesionales que militaban o simpatizaban con la izquierda. Las discusiones, a veces acaloradas, de gran contenido y profundidad ideológica, se convertían en oportunidades para el aprendizaje. Eran fuentes ambulantes del conocimiento, ya que con solo escuchar estas discusiones en los pasillos, los estudiantes aprendían sobre filosofía, sociología y economía de los pueblos, tanto de los del campo socialista como capitalista.
Elección del candidato de Fragua-UNER
A lo interno de Fragua-UNER se libraba una lucha por la principalía en la dirección del grupo, lo cual se manifestaba en distintas aspiraciones individuales para ser candidatos a la presidencia de la FED. Se expresaba en aquel ambiente una nítida manifestación de la “ley de la Unidad y la lucha de contrarios”, considerada en la izquierda como “la médula y esencia de la dialéctica materialista”.
“Por oposición a la metafísica, -señala el Diccionario Filosófico- la dialéctica parte del criterio de que las cosas y los fenómenos de la Naturaleza llevan implícitas contradicciones internas, que son la fuente del proceso de desarrollo”.
En Fragua-UNER se daban esas “contradicciones internas” en la lucha por la escogencia de un candidato a la FED. Se deseaba que este candidato respondiera fielmente a las líneas políticas y estratégicas del movimiento estudiantil orientado por la Línea Roja del 14 de Junio.
Por un lado, estaban los que favorecen a Roberto Santana, estudiante de arquitectura; mientras por el otro descollaba Manuel Linares o Iván Rodríguez (Ivancito), estudiantes ambos de economía.
La asamblea con representantes de delegados de las distintas facultades y escuelas se había prolongado hasta horas de la noche debido a los intensos y acalorados debates. Allí estaban El Gordo Oviedo (epd) y su entonces novia y luego esposa Olga Luciano, Roque, Payero, Cheo Infante, Iván Rodríguez, Dorita, La Very, Taty, Rolando, Felvio Rodríguez y Adonis Martín. Mi esposa, Luz Virginia, y quien escribe, estuvimos allí. Éramos testigos como delegados de Humanidades de aquel acontecimiento histórico del movimiento estudiantil.
También, estuvo Aridio, el poeta de Humanidades; Lorenzo y el camarada John, un joven desgarbado, de color pánfilo como desteñido y debilucho, tanto que parecía estar enfermo. Pero no, ese semblante engañaba, porque tenía un gran corazón, realmente era un corajudo, un hombre que abrazó con firmeza la lucha revolucionaria, con disposición incluso de morir si era necesario por esta causa.
En una ocasión, el grupo decidió ordenar que John se tuviera un tiempo fuera de los trajines de la entidad, se quería que dedicara tiempo a su recuperación física. John acogió la decisión y de manera disciplinada se retiró de la lucha en el movimiento estudiantil. Un día, mientras me desplazaba a pie por la avenida Duarte, en los frentes del parque Enriquillo, se detuvo a mi lado un carro de Unachosin conducido por John. Éste estaba trabajando en el concho. Sin muchos preámbulos, me dijo:
-“Aproveché la pausa para venir a trabajar con los camaradas de Unachosin”. No había manera de detener a este hombre en el trabajo revolucionario.
En tanto, la situación seguía candente en el paraninfo de la facultad de Medicina. Las posiciones eran cada vez más radicales y no se vislumbraba una salida armónica. Los que favorecen a Roberto Santana insistían en que éste tenía las mejores cualidades para ser el candidato, mientras los contrarios, que apoyaban a Manuel Linares, afirmaban que Santana era “un niño bonito” que había llegado de San José de Ocoa sin ninguna práctica revolucionaria.
Cuando todo estaba a punto de estallar, los asambleístas apelaron a la disciplina y vociferaban:
-¡Disciplina, revolucionaria! ¡Disciplina, revolucionaria!
En eso un asambleísta exhortó a que se hiciera silencio.
-“Silencio, silencio, camaradas, silencio…” Se hizo un breve silencio entre los asambleístas y este dirigente prosiguió:
-“Se va a dirigir a la asamblea el camarada, Comandante Enriquillo…”
De un lado del paraninfo, próximo a la puerta de entrada, se puso de pies Eduardo María, “El Comandante Enriquillo”, quien con voz suave, pero enérgica, se dirigió a los presentes. María era el máximo dirigente de la entonces Línea Roja del 14 de Junio y operaba en la clandestinidad a causa de la represión y persecución a que era sometida la izquierda por parte del gobierno de Balaguer.
En su intervención, éste hizo hincapié en la necesidad de superar las contradicciones y pidió apoyar la candidatura de Roberto Santana, de quien dijo tenía las cualidades indispensables para ser el próximo presidente de la FED, presagio que se cumplió cabalmente.
Esa misma noche los fragüeros proclamaron a Santana como su candidato a la presidencia de la FED y salieron en marcha a celebrar por todo el campus universitario.
Al otro día las organizaciones estudiantiles desataron una andanada de consignas en contra del candidato de Fragua, Roberto Santana, a quien definían como “un candidato bragueta”, un "buen mozón" sin experiencias conocidas en la lucha revolucionaria.
Lo de candidato “bragueta” provino, si mal no recuerdo, de los lados del Feflas, que era la organización estudiantil orientada por el MPD. Atribuían a Santana haber sido escogido por Fragua-UNER, porque era "buenmozo" y constituía un atractivo para las mujeres universitarias.
Y parece que tuvieron razón, ya que las mujeres fueron quienes precisamente dieron el triunfo a éste en las elecciones estudiantiles. Candidato bragueta o no, la realidad fue que la elección de Santana fue un fenómeno atípico en la UASD, porque era un joven militante prácticamente desconocido.
No obstante, la embestida contra su candidatura, Santana ganó holgadamente la presidencia de la FED, sentó precedentes allí en la lucha por el 5% para la UASD y luego como Rector Magnífico de la casa de altos estudios primada de América.
El autor es periodista.
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