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Adolfina Mejia
marzo 13, 2024
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Por : Emiliano Reyes Espejo
ere.prensa@gmail.com
La protección de la niñez que sobrevive en la zona rural será una realidad cuando desde el Estado se realicen políticas que impliquen, entre sus virtudes, “una acción de contingencia” que dé un impulso definitivo contra la miseria, la desnutrición y el abandono que persiste en el campo, especialmente en la población infantil.
La niñez es un “activo invaluable” para el país. Por tanto, urge que sea protegida, pero especialmente la que habita en las zonas rurales. Los gobiernos no sopesan la situación que vive la infancia del campo. En esa línea de acción, apremia que los partidos y los liderazgos políticos elaboren y apliquen programas específicos, especiales, para auxiliar a los niños de las zonas rurales.
En la actual coyuntura, el liderazgo de la nación, sin importar los colores partidarios, tienen que crear una sólida base de asistencia alimentaria que salvaguarde a los niños de la zona rural. Se requiere armar el más formidable blasón para el sostén de la calidad de vida y el nivel cognitivo de la niñez campesina, en sentido general.
Es tiempo de que el Estado dominicano, y en especial los líderes políticos, en estos tiempos de campaña, asuman, discutan y contemplen en sus respectivos programas de gobierno, iniciativas a favor de la niñez campesina durante el período del 2024 a 2028. Hablamos de destinar grandes recursos para crear estructuras, especies de guarderías, “aldeas nutricionales infantiles” que tengan como único propósito garantizar a los niños rurales un esquema de alimentación balanceada, vacunación preventiva, recreación y educación, todo en un solo lugar.
Se alimentan muy mal
Muchos niños de zonas rurales se alimentan muy mal, lucen desnutridos, lánguidos y a veces obesos, aunque “coman de todo”, como se dice con mucho “orgullo” en nuestros campos. Una cosa es comer y otra es alimentarse, nutrirse sanamente.
Es un secreto a voces. Aquí todo el mundo sabe que un elevado número de la niñez de zonas rurales, especialmente del Sur lejano, sufre problemas de desnutrición. Y a veces no es ni siquiera porque falte comida, sino por falta de educación y buenos hábitos alimenticios. Lo malo de este síndrome es su consecuencia, como es la lamentable expresión, deplorable situación que se da cuando los nuevos ciudadanos provenientes del campo reflejan malnutrición mental y confrontan de por vida problemas cognitivos, tanto en su desarrollo cotidiano, como en el aprendizaje y, por ende, en su plena integración a la sociedad.
A la vez que es visible la desnutrición de la niñez rural, en la adultez esta persona muestra un estado de torpeza, luce atolondrado. Duele pensar que este estado de cosas se manifieste en el rol de la vida de esta persona, que tenga un marcado déficit de entendimiento, además de que afloren en él dificultades para integrarse a complejos procesos productivos propios de esta época. Y no exageramos. “El mal comido no piensa”, es una socorrida, aunque lamentable frase de la parafernalia política.
Pero ¿importa a nuestra clase política la situación que atraviesan estos seres humanos? ¿Se dan por aludidos frente a este problema, tanto el sector gobernante o los que aspiran a tomar las riendas del poder a partir de este año? Parece que no. Sus visiones del gobierno apuntan para otros lados: construcción, turismo, zonas francas, transporte, etc. No piensan que para que estos sectores sean exitosos se necesitan buenos ciudadanos, en todos los sentidos, particularmente con excelentes dotes cognitivas.
herramientas tecnológicas.
¿Qué lograremos con este novedoso esquema de asistencia integral a la niñez de las zonas rurales? Dar lugar al surgimiento de un nuevo ciudadano, más productivo, cada vez más capaz, más despierto, más ingenioso y en mejores condiciones para integrarse eficazmente a una sociedad que se enfrenta en el día a día a vertiginosos cambios tecnológicos.
Conseguiremos, asimismo, reducir “el 3% de los niños, niñas y adolescentes (que) son víctimas de prácticas violentas en sus casas”, así como bajar el “29% de las víctimas de delitos sexuales” que son “reportados en menores de edad”.
Hemos dicho que nuestra niñez es el mayor activo que tiene el país y es necesario protegerlo, defenderlo mediante un sistema integral de protección que parta de una mejor nutrición en la infancia, en su inestimable fase inicial de la vida, haciendo énfasis en las zonas rurales.
*El autor es periodista.
Emiliano Reyes
www.ereprensa.blogspot.com
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