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Adolfina Mejia
junio 26, 2024
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Por: Emiliano Reyes Espejo
Y es que el sistema de pensiones está en la cresta de la ola. No se trata solo del país, sino que es un problema que permea a toda América Latina y el Caribe. La situación prevé inestabilidad social en la región y, particularmente en República Dominicana, donde este esquema no logra incidir en la calidad de vida de los pensionistas.
Las pensiones aquí son irrisorias. Los que logran obtenerlas reciben sumas que no les cubren ni mínimamente los gastos de salud, los cuales se incrementan por los asuntos de la edad. Los precios de los medicamentos y de los servicios médicos son menos asequibles, en tanto los aparatos burocráticos del Estado dificultan los procesos de obtención de las pensiones. Los cargan de vericuetos técnicos difíciles de entender, pero pensado siempre –como ocurre en nuestros países- para favorecer la acumulación de capital.
La sensibilidad humana, el bienestar general es lo que menos se toma en cuenta. ¡El capital! ¡El capital! ¡La inversión, la inversión, sí la inversión, y el factor humano ¿para cuándo?
Y por esa causa, mientras los pensionados languidecen, una cúpula financiera y empresarial abulta, engulle capitales hasta casi el estallido de sus bolsas, a costa –eso sí- de los aportes de los servidores públicos y privados, en sentido general.
RD$525 mil millones
Tenemos por ejemplo que, entre solo dos de los principales agentes bancarios y financieros del país (según SIPEN, el Banco Popular y Banco de Reservas, del Estado dominicano) se maneja, haciendo un corte al mes de mayo del año 2024 en curso, la suma de RD$525, 825, 697,841.54 del Patrimonio del Sistema Dominicano de Pensiones, es decir, más de 525 mil 825 millones de pesos. Aclaro, sin embargo, que no se trata de beneficios, sino de flujo de capitales que provienen del sistema de pensiones.
¿Y qué nos dicen esas cifras? Nos señalan que “el cerón está cargado de un solo lado en demasía”. De ese volumen de recursos, a los trabajadores apenas llegan pensiones pírricas, insuficientes. ¿Y eso qué augura? ¿Qué presagia esta situación que ocurrirá más tarde o más temprano? Que si no se cambia el rumbo, nos vendrán graves problemas sociales. El bienestar humano, la calidad de vida y el estado de salud de la población de envejecientes, que son millones de dominicanos, va en picada hacia una situación de miseria. ¿Eso se puede prevenir? Creemos que sí, si hay una buena voluntad política en los entes gobernantes (Estado, empresarios, grupos financieros y económicos, etc.).
La inflación sistémica, la carencia y carestía son el “pan nuestro de cada día”. En tanto la salud se irá reduciendo y el nivel de vida de los pensionados avanzará hasta conducirlos de manos de la indiferencia y la pobreza, a un paso de la muerte o la muerte misma.
“En teoría, un sistema de pensiones debería proporcionar a los beneficiarios una pensión de jubilación digna”, se recoge en el libro Repensar la Jubilación. “Sin embargo, la mayoría de los sistemas de pensiones en la región padecen de una baja cobertura de las personas de edad avanzada”, agrega. O mejor dicho, no se están dando pensiones y los crecidos fondos de jubilaciones se destinan a financiar inversiones.
En algunos países analizados, según plantea la citada obra, “es habitual encontrar sistemas muy caros y fragmentados compuestos de muchos regímenes diferentes y especiales, que pueden tener como resultado la duplicación de prestaciones”.
Repensar la jubilación
Es en el resumen ejecutivo de este libro, “Repensar la Jubilación”, que los editores, los expertos Alejandro Izquierdo, Edgar Robles y Waldo Tapia, sintetizan una pormenorizada investigación acerca de “los sistemas de pensiones en América Latina después del COVI-19”. Precisan que “tras las turbulencias globales desatadas por el COVID-19, América Latina y el Caribe se enfrentan a un vacío flagrante a la hora de comprender el impacto de la pandemia en los sistemas de pensiones”.
Los estudios de casos “centrados en Argentina, Chile, El Salvador y Perú, exploran el impacto de la pandemia en el bienestar de los pensionistas y la acumulación de prestaciones, destacando la resistencia de los sistemas de pensiones frente a la adversidad y el papel fundamental de las políticas públicas en trazar su destino”.
En ese sentido, los investigadores “ofrecen ideas para sortear la incertidumbre y elaborar políticas que mejoren la calidad de vida de las personas mayores”. Al mismo tiempo hacen “un llamamiento a responsables políticos, académicos y expertos para que unan esfuerzos en el diseño de sistemas de pensiones equitativos, sostenibles y resistentes para las generaciones venideras”.
En la divulgación del contenido del libro “Repensar la Jubilación”, el BID hace hincapié en su política interna en consonancia con el contenido del mismo, al precisar que “las opiniones expresadas en esta obra son exclusivamente de los autores y no necesariamente reflejan el punto de vista del BID, de su Directorio Ejecutivo ni de los países que representan”.
Los hallazgos
Los autores se encontraron con hechos puntuales que han afectado a los pensionistas de América Latina tras la pandemia. Específicamente:
-La tasa de desempleo aumentó más entre los trabajadores informales que entre los trabajadores formales.
-La pandemia tuvo un efecto inmediato en los mercados laborales y, por extensión, en los fondos de pensiones en todo el mundo.
-La pérdida de empleos fue particularmente fuerte en sectores como la hostelería, el turismo y el comercio minorista, que en la mayoría de los países experimentó, ya sea un desempleo récord, o niveles no registrados en décadas.
-La pandemia tuvo un impacto desigual en diferentes grupos de trabajadores. Por ejemplo, las mujeres, los jóvenes y los trabajadores de ingresos bajos fueron golpeados con mayor dureza y tenían más probabilidades de perder sus empleos o de tener horarios laborales reducidos.
-También aumentó el teletrabajo, dado que las empresas adoptan políticas de trabajo en casa para reducir la propagación del virus.
Los fondos de pensiones
Los autores destacan que “la nueva situación en los mercados laborales provocada por la pandemia también puede tener efectos en los fondos de pensiones en términos del estatus y el bienestar de los pensionistas y la acumulación de prestaciones de las pensiones”.
En ese sentido, estos precisan que “el tamaño del impacto en los trabajadores activos y en los beneficiarios dependerá en gran medida del régimen de pensiones”. Pusieron como ejemplo que, “en los regímenes de pensión basados en el reparto, los pensionistas no deberían sufrir de las crisis del mercado, porque las prestaciones están protegidas una vez que se adquieren”.
Precisan que, en el caso de la pandemia, “los beneficios futuros de los trabajadores activos que contribuyen a un sistema de pensiones no variarán significativamente, debido a la duración relativamente breve de la crisis”.
Los autores de “Repensar la Jubilación”, afirman, sin embargo, que los beneficios podrían cambiar para las personas que se acercan a la jubilación que necesitan completar determinado período para cumplir las condiciones para adquirir el derecho a una pensión.
Plantean que en estos casos “los trabajadores tendrán que aplazar su edad de jubilación para completar el número requerido de cotizaciones. Una preocupación mayor es que, dado que numerosos sistemas de pensiones no están totalmente financiados y requieren transferencias públicas, es probable que se vean afectados, ya que los gobiernos han salido de la crisis del COVID-19 muy endeudados, y con déficits fiscales que todavía no se han totalmente cerrado”.
¿Y qué implica eso?
Implica que “habrá menos recursos disponibles para transferencias a los sistemas de pensiones. Por lo tanto, es probable que los países tengan que emprender reformas fiscales, reformas de las pensiones y/o una indexación parcial por la inflación de las prestaciones de las pensiones para cubrir estos desequilibrios”.
“Las personas con planes de pensiones de capitalización individual –señalan los investigadores- se enfrentan a una situación diferente, dado que deben asumir el riesgo de mercado. El saldo de su pensión se ve afectado tanto por la falta de cotizaciones durante el período de desempleo como por la crisis de mercado”.
“A corto plazo, estos factores disminuyen el monto de las prestaciones que podría cobrar una persona próxima a jubilarse. En términos generales, la pandemia del COVID-19 tuvo un impacto negativo en los fondos de pensiones globalmente”.
Los autores del libro Repensar la Jubilación refieren, por otro lado, que “la aprobación de leyes que permitieron retiros anticipados de los fondos de pensiones en numerosos países en la región podría afectar considerablemente los fondos de las pensiones utilizados para financiar las pensiones futuras y, por ende, la adecuación del ingreso de la jubilación”.
En el caso dominicano, que no es estudiado de manera específica en estas investigaciones, el Estado debe plantearse la adopción de políticas que mejoren la situación de los pensionados.
Es necesario que el gobierno del presidente de la República, Luis Abinader, aproveche para colocar entre las prioridades de la reforma fiscal, el aumento de las pensiones.
“Esto también representa un problema estructural grave en términos de la política fiscal y social. Algunos países requerirán una reforma integral de su sistema de pensiones centrada en los objetivos de cobertura, adecuación de las prestaciones y sostenibilidad”, destacan los autores del libro que patrocina el BID.
Aumentar las pensiones
Subrayan que estas reformas “van más allá de soluciones parciales y de corto plazo y, al contrario, requieren que todos los actores políticos y económicos interesados encuentren una solución integral y de largo plazo a las deficiencias del sistema de pensiones…”
“El rescate de las pensiones requiere un conjunto de reformas en diversos ámbitos con una visión integral. Las reformas de los mercados laborales, los mecanismos de protección y las posiciones fiscales deben enmarcarse en esta visión”, agregan.
“En algunos casos, -sostienen estos expertos-mejorar el sistema de pensiones requiere un aumento del gasto público, de modo que esencialmente incluya fuentes de financiamiento sostenibles”.
En ese sentido, consideran que “debe debatirse la introducción de mecanismos para aumentar la recaudación tributaria para el financiamiento de los sistemas de pensiones contributivas y no contributivas”.
En fin, lo que se pide es buscar recursos para aumentar las pensiones, la mayoría de las cuales tienen montos irrisorios que no alcanzan muchas veces para enfrentar los problemas básicos como la alimentación, los servicios de salud y la recreación.
El autor es periodista.
Emiliano Reyes
www.ereprensa.blogspot.com
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