Titulares

domingo, 15 de septiembre de 2024

Relato de una travesía peligrosa de migrante venezolano por México


Juan Pablo Ortiz dice "estábamos hasta 70 personas en un cuarto pequeño"

En su esfuerzo por conseguir una mejor condición de vida, el venezolano Juan Pablo Ortiz, de 31 años, estuvo secuestrado durante 21 días por, presuntamente, integrantes del Cartel del Golfo en Reynosa, en el norte de México, durante su camino a Estados Unidos.

Para ser liberado, los captores exigieron un rescate de 1.000 dólares, que sus familiares en Venezuela tuvieron que conseguir con ayuda de amigos

La larga travesía que durante un mes llevó a este joven de 31 años a viajar en autobús desde Lima, Perú, atravesar la peligrosa selva del Darién y continuar por Centroamérica, ya casi llegaba a su final.

Solo un tramo lo separaba de la frontera con Estados Unidos. En su afán por llegar a su destino y en vista de no conseguir pasaje para viajar directo, tomó desde Monterrey un autobús hasta Reynosa, estado de Tamaulipas, donde debía comprar un nuevo pasaje para la ciudad fronteriza de Matamoros, a unos 90 kilómetros de este punto. Pero en este nuevo autobús todo el plan cambió.

Juan Pablo viajaba con una amiga, quien estuvo con él hasta que fueron trasladados a una casa en la que los revisaron exhaustivamente uno a uno, incluso para verificar que no escondieran dinero en el recto. 

“Me metieron a un baño, me quitaron toda la ropa, me dijeron: ‘Si yo te encuentro algo de plata —que ya me la habían quitado previamente en el autobús— vas a tener problemas, te vamos a dar la coñiza de tu vida’.

Me desnudaron y me hicieron que me agachara y así fueron haciendo con todos. A las mujeres hasta les revisaban el cabello para ver si tenían plata ahí”.

Al día siguiente de ser golpeado, recibió un llamado de sus secuestradores, quienes le informaron que su hermano (con ayuda de sus amigos) había pagado el rescate y, por ende, se podía ir.

Ellos mismos se encargaron de dejarlo en un refugio de migrantes en Reynosa a la mañana siguiente.

Su nombre queda en una especie de base de datos que manejan las bandas delictivas de esta zona. Por ello, según le prometieron, si lo volvían a agarrar en la calle solo debía dar sus datos y ellos sabrían que ya había estado secuestrado.

Fuente externa

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